Somos mujeres. Estamos hechas para el éxito.
Durante muchos años, muchas de las cualidades que comparten la mayoría de las mujeres se han considerado una debilidad o un defecto. Nuestra empatía, nuestro sentido de la colaboración, nuestra atención a los detalles e incluso nuestra capacidad para realizar múltiples tareas se han tachado de falta de asertividad, indecisión o distracciones del «trabajo real». Pero no somos débiles. En la profesión jurídica, especialmente en áreas de alto riesgo como las fusiones y adquisiciones, nos hemos enfrentado a grandes adversidades, incluso durante los acontecimientos de los últimos años, cuando muchos de nosotros tuvimos que compaginar carreras exigentes con el trabajo desde casa, todo ello mientras éramos el «padre por defecto».
A medida que el mundo evoluciona, también lo hacen las percepciones y los valores que dan forma a nuestras industrias. Aunque está lejos de ser perfecta, la profesión jurídica actual nos ofrece más oportunidades que nunca para aprovechar nuestras fortalezas, en lugar de suprimirlas, para avanzar en nuestras carreras. Ya no nos limitamos a adaptarnos a las reglas del juego; las estamos redefiniendo.
Entonces, ¿cuáles son las cualidades que nos distinguen, las mismas que impulsarán nuestro crecimiento y éxito?
Empatía. Durante muchos años, la empatía se consideró un gran defecto, sobre todo en el sector jurídico, donde las negociaciones despiadadas han sido la norma para salir adelante. Se consideraba a las mujeres «demasiado emocionales», como si se tratara de una enfermedad debilitante que debíamos curar para obtener el título de «excelente abogada». Pero ahora sabemos que la empatía, y nuestra capacidad para comprender y conectar con las personas, es una gran herramienta que puede facilitar las negociaciones difíciles, inspirar a los equipos y ayudarnos a consolidar las relaciones con los clientes. La empatía es nuestra capacidad para conectar con los demás a un nivel más profundo, para comprender diferentes perspectivas y para fomentar la confianza, una habilidad esencial en las negociaciones, el liderazgo y la construcción de relaciones profesionales sólidas.
Colaboración. Vivimos en un mundo en el que, para sobrevivir e incluso prosperar, necesitamos saber cómo trabajar y colaborar con otras personas. La colaboración es también una cualidad innata en muchas mujeres, ya que somos seres empáticos que valoramos la conexión. Pero la colaboración se ha considerado, en el pasado, como una falta de asertividad, dado que en nuestro objetivo de colaborar, diferimos de las opiniones y necesidades de los demás, de vez en cuando. En el espíritu de colaboración, no buscamos imponer, sino ofrecer una mano y aspirar a construir algo juntos. Los acontecimientos de los últimos años nos han enseñado que para crecer, necesitamos confiar en el trabajo en equipo, formar alianzas sólidas y construir relaciones sostenibles.
Conciencia del riesgo. Muchas mujeres abordan las situaciones o los problemas de manera integral para evaluar todos los ángulos y resultados potenciales; esto a veces puede implicar tomarse el tiempo para revisar los asuntos de manera cautelosa y cuidadosa. Sin embargo, esto no debe confundirse con ser «reacio al riesgo», se trata de ser «consciente del riesgo». En la profesión jurídica, particularmente en Fusiones y Adquisiciones, muchas veces nos enfrentamos a analizar los detalles minuciosos de un acuerdo en particular e identificar los riesgos, mientras abordamos contingencias potenciales para proteger a nuestros clientes. El agudo sentido del riesgo de las mujeres y nuestro enfoque integral nos permiten afrontar desafíos complejos, tomar decisiones estratégicas con previsión y crear soluciones sostenibles y equilibradas que promueven el éxito a largo plazo.
Atención al detalle. Aunque esta cualidad a menudo se ha descartado como una debilidad, etiquetando a las mujeres como «demasiado meticulosas» o «demasiado quisquillosas», ha sido durante mucho tiempo un sello de excelencia, especialmente en la profesión jurídica. En las fusiones y adquisiciones, los pequeños detalles pueden hacer o deshacer un acuerdo, y la gran atención que prestan las mujeres a los detalles en la diligencia debida y la redacción de contratos ha dado lugar, una y otra vez, a acuerdos bien estructurados, protecciones más sólidas y menos disputas posteriores al cierre. En un sector en el que la precisión lo es todo, esto no es solo una habilidad, es una ventaja.
Multitarea. En los últimos años, la atención al detalle y la multitarea han ganado reconocimiento como una habilidad esencial. Antes se consideraba una «falta de concentración» de las mujeres, pero ahora entendemos y elogiamos la capacidad natural de las mujeres para manejar varias tareas complejas simultáneamente. La capacidad de saltar de una tarea a otra y volver a la anterior hace que las mujeres sean muy eficientes y valoradas en entornos de ritmo rápido, como una transacción de fusiones y adquisiciones. Destacamos en la gestión de múltiples tareas, incluso en situaciones de mucha presión, manteniendo la claridad, la precisión y la concentración.
Inteligencia emocional. Cuando era pequeña, siempre me caracterizaba por ser «emocional», simplemente porque tenía una gran inteligencia emocional. Durante muchos años creí que esto era una debilidad, algo que tenía que arreglar para convertirme en una abogada de fusiones y adquisiciones de éxito. Pero ahora me doy cuenta de que es precisamente mi inteligencia emocional la que me ha permitido prosperar. Me ha convertido en una líder fuerte, una negociadora más eficaz y una profesional que puede manejar la presión, sortear conflictos y leer las dinámicas tácitas en la sala.
Con la evolución de la sociedad, especialmente en los últimos años, hemos visto una mayor demanda de profesionales que encarnen las cualidades mencionadas. Cada vez más clientes prefieren bufetes de abogados que ofrecen equipos diversos, con perspectivas y antecedentes variados.
Sabemos que la diversidad aumenta el rendimiento, la producción y los ingresos generales. También hemos visto un auge en las empresas propiedad de mujeres y dirigidas por mujeres, que no solo valoran la diversidad de los equipos, sino que también reconocen las fortalezas únicas que las mujeres aportan. No se trata de un sesgo de género, a pesar de lo que algunos puedan sugerir, sino de reconocer las habilidades estratégicas, analíticas y relacionales que impulsan el éxito en la negociación y el crecimiento empresarial a largo plazo.
Por último, a medida que los millennials y la generación Z continúan remodelando el mercado laboral, existe una preferencia creciente por los profesionales con inteligencia emocional, incluidos los abogados.
La inteligencia emocional se valora cada vez más por encima de los conocimientos técnicos o la inteligencia cognitiva tradicional, especialmente en los puestos de liderazgo, donde la adaptabilidad, la empatía y la toma de decisiones estratégicas son esenciales.
Sí, el mundo está lejos de ser perfecto y las mujeres siguen enfrentándose a importantes desafíos. Sin embargo, somos fuertes, somos inmensamente capaces y debemos adoptar las cualidades que nos definen: empatía, colaboración, resiliencia, versatilidad y previsión. Somos mujeres. Estamos hechas para el éxito.
Ana Sáenz es senior manager de la división corporativa y comercial de EY Law Costa Rica.
Se especializa en fusiones y adquisiciones, joint ventures, inversión extranjera y nacional.
Posee una Maestría en Derecho de la Universidad de Duke, así como una Licenciatura en Derecho summa cum laude de la Universidad Latina y una Licenciatura en Economía de Bard College.
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